MO 2020.02: "COVID-19: crónicas de la dirección hospitalaria"
El Hospital Oftalmológico Dr. Pedro Lagleyze pasó a integrar la red de atención creada por las autoridades gubernamentales y vio alterada su normalidad con la pandemia de COVID-19. Su director, el Dr. Fernando Scattini, destaca los principales desafíos: "Luchar contra los propios temores por la incertidumbre y desconocimiento de un enemigo invisible. Concomitantemente, la responsabilidad de velar por todo el personal médico y no médico. Entender las necesidades, fantasmas, temores, luces y sombras de casi 500 personas, cada una con una historia de vida diferente”.
Esta nota se publicó originalmente en MO 2020.02 (junio 2020) para acceder al resto de las notas de esta revista ingrese aquí.
La Ciudad de Buenos Aires cuenta con 34 centros de salud públicos entre generales de agudos, de niños y especializados. Dentro de estos últimos se encuentra precisamente el Hospital Oftalmológico Dr. Pedro Lagleyze que vio alterada su normalidad con la COVID-19 y pasó a integrar la red de atención creada por las autoridades gubernamentales para contener la pandemia.
Previo al Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio, su atención mensual promedio era de 800 consultas por guardia y 20.000 pacientes en los consultorios externos. “Actualmente ─contrapone su director, Dr. Fernando Scattini─ se mantiene el servicio de guardia de oftalmología y las derivaciones del Departamento de Emergencias, nada programado. No obstante, hemos reforzado las áreas de clínica médica, laboratorio y anestesia, pues recibimos de manera inminente pacientes crónicos provenientes de los hospitales de agudos y policlínicos. En el caso en que esos centros de atención no tuvieran capacidad para internar a todos los pacientes con COVID-19, el Hospital Lagleyze deberá atenderlos. Incluso, el servicio de anestesia actualmente capacita en la técnica de intubación a los cirujanos oftalmólogos del hospital para estar preparados”.
MO- ¿Cuándo comenzó a alterarse el normal funcionamiento del hospital?
FS- Desde que se declaró la pandemia comenzaron a efectuarse diversas modificaciones. El ministro de Salud del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires convocó a todos los directores de hospitales públicos para ponernos al tanto de la realidad mundial y local ─más allá de los datos por todos conocidos─. Nos informaron sobre las perspectivas que esta coyuntura implicaba para la ciudad y cómo podía incidir en nuestro sistema de salud. En ese mismo momento se dividieron los hospitales en tres niveles de complejidad: agudos, policlínicos y monovalentes, todos afectados a trabajar para contener la pandemia. Entonces, la prioridad eran los casos que resultaban 100% importados, por lo tanto se comenzó a realizar el triaje basado, fundamentalmente, en conocer si había antecedentes de viaje a países de riesgo o contacto con personas que hubieran viajado allí, además de verificar signos y síntomas que informaba la OMS en ese momento.
MO- ¿Qué medidas tomaron puntualmente en el Hospital Lagleyze?
FS- En principio, los protocolos instituidos por el gobierno nacional, que coinciden en líneas generales con los decretos del GCBA y resoluciones del Ministerio de Salud del GCBA. Además se formó un comité de crisis integrado por los jefes de las distintas áreas médicas, de enfermería y administrativa. Se redujeron las cirugías y los turnos programados, sólo se mantuvieron las intervenciones impostergables. Se constituyó inmediatamente un triaje que dispone el respeto de la distancia médico/paciente, el interrogatorio, el control de temperatura con láser y la oximetría. También se ampliaron las plazas de internación disponibles a los fines de estar preparados ante un eventual pico de la enfermedad y se armó una unidad febril.
MO- ¿Cómo se equipó al personal médico y no médico?
FS- Se instituyó el uso obligatorio de barbijo tricapa para circular en el interior del hospital. El personal de salud que atiende al paciente debe utilizar gorro, barbijo, botas, camisolín, antiparras y guantes. Para el personal quirúrgico se instituyó el uso obligatorio de camisolín hidrorepelente, dos gorros, botas, dos pares de guantes ─uno debajo del camisolín y otro sobre el camisolín─ barbijo N95 y, por encima, barbijo tricapa y antiparras.
MO- ¿Cómo funciona la unidad febril implementada?
FS- Los pacientes que en el triaje presentan más de 37.5 grados de temperatura y signos respiratorios son atendidos allí por personal de salud equipado con protección para la COVID-19. Al paciente sospechoso de COVID-19 se lo aisla y se comunica al SAME para continuar con el protocolo establecido por las autoridades sanitarias.
Unidad Febril (UFU): Así luce el espacio específico para realizar los primeros controles a los pacientes con fiebre y síntomas sospechosos de COVID-19 de forma segura.
MO- ¿Cómo articula con las autoridades sanitarias?
FS- Todos los viernes, los directores de los distintos hospitales municipales mantenemos reuniones presenciales con el ministro, la subsecretaria y el director general de Hospitales de GCBA, en el auditorio de la Casa de Gobierno. Asimismo, tenemos reuniones virtuales con la Dra. Laura Cordero (subsecretaria de Atención Hospitalaria) durante la semana, sin perjuicio de las comunicaciones diarias y permanentes a los fines de la implementación de los protocolos que disponen las autoridades en una coyuntura tan dinámica como la que se está viviendo.
MO - Como director del hospital, ¿cuáles fueron los principales desafíos que se le presentaron para continuar con sus tareas en medio de la pandemia?
FS- En primer lugar, luchar contra los propios temores por la incertidumbre y desconocimiento de un enemigo invisible, como vulgarmente se denomina a la COVID-19. Concomitantemente, la responsabilidad de velar por todo el personal médico y no médico. Entender las necesidades, fantasmas, temores, luces y sombras de casi 500 personas, cada una con una historia de vida diferente. Ese es el desafío que llevo adelante junto a mis colegas de la dirección.
MO -¿Cómo imagina que será la etapa posterior a la pandemia, la “vuelta a la normalidad”?
FS- Especular con la vuelta a la normalidad es algo prematuro. Hablar de normalidad con vacuna y sin vacuna, son dos realidades distintas. De lo que estoy seguro es que no podemos salir de esto igual que como entramos. Por otro lado, hay algo que también debería quedar claro para todos los que tienen responsabilidad de gestionar públicamente: invertir en salud tiene que ser una prioridad.